El novelista Carlos Antón realiza un genial ejercicio de creatividad con su nueva obra Los órfidas. Situada en un universo muy lejano, esta historia narra las aventuras del pirata espacial Lars y del príncipe Vanda en su búsqueda de aliados para acabar con la especie que da título a la novela. Los órfidas son muy poderosos y se dedican principalmente al comercio de metales, piedras preciosas y carne. A cambio de tales materias, ofrecen innumerables adelantos tecnológicos y energía a los distintos planetas, en los cuales se asientan de manera pacífica. Sin embargo, pronto la paz de universo se ve perturbada cuando estos “amigables” conquistadores prueban la carne humana. Al principio, se crean factorías para vender únicamente carne de ladrones y vagabundos, pero el aumento de la demanda desata una caza despiadada entre los propios humanos donde cualquiera puede ser la presa.
Si este punto de partida resulta cuanto menos atractivo, lo que el lector descubrirá al adentrarse en sus páginas no hará sino confirmarle que lo que tiene en sus manos es una caja de sorpresas en la que quedará atrapado, ávido por querer descubrir más. Las descripciones que hace Carlos Antón son precisas y sus diálogos absorben al lector para conducirle de principio a fin del relato sin que se pierda ni un ápice ni encuentre nada que le rechine, creando en su mente un mapa perfecto de mundos, dimensiones, planetas y especies. Sin olvidar a sus personajes, diversos y característicos. Cada capítulo está formado por un centenar de ricos recursos y componentes que demuestran la notable habilidad del autor para desarrollar una idea tan compleja como la que nos presenta en esta novela. Desde introducciones a modo de testimonio, profundas reflexiones y batallas hasta pasajes cargados de terror y de una crudeza sobrecogedora… Incluso escenas eróticas desarrolladas con maestría, lejos de cualquier vulgaridad. Todas las piezas de Los órfidas funcionan como un engranaje perfecto, dotando a la historia de verosimilitud.
Carlos Antón demuestra que, cuando los temas parecen agotarse, siempre hay una brecha en la pared por la cual abrirse paso hacia nuevos horizontes. Y en ese aspecto, la elección de uno u otro género, de tal o cual estructura, son fundamentales. Su obra ofrece más que una historia de amor corriente, una tragedia lacrimógena de recursos fáciles o una guerra carente de sentido y sustancia. Bajo una historia de ciencia-ficción, aúna diversas tramas que fluyen limpiamente hasta su desenlace, explotando gradualmente por el camino. Asimismo, permite hacer un viaje de doble sentido. Por un lado, un viaje al exterior, dejando la palabra “previsible” fuera de la vista. A través de un universo infinito, se conocen lugares, familias y razas. El lector se desplaza hasta esos planetas que describe en una suerte de realidad virtual donde poderse sentir partícipe de lo que está sucediendo. Como si, al alargar la mano, se pudiese tripular la nave de Lars. Por otra parte, se realiza un viaje al interior, hasta ese rincón donde el exigente lector que cada uno lleva dentro espera con anhelo una nueva aventura. Y este se alegra al comprobar que, tras la última página, está satisfecho.
