Hay libros que se ajustan a su género y se convierten en referente. En el caso del thriller, muchas veces denostado por error, ajustarse al género significa, por definición, asimilar la narrativa al guion. Pocas veces pasa, no solo por problemas relacionados con el manejo de la técnica sino porque, habitualmente, el suspense se hace de otros subgéneros que lo componen.
Sin embargo, a veces nos topamos con obras que devuelven frescura al gremio, en este caso me refiero a Sinaloa está muy cerca… de Alfonso González-Camino, un libro de manual con un tratamiento y estructura narrativa impecables.
Con el afán de bucear en el morbo y en las fantasías más oscuras del ser humano, Gonzalez Camino construye una obra en panóptico: desde un punto puede observarse, periféricamente, la vida de distintos personajes, en muchos casos anodinos y cotidianos, que un día “despiertan” en una vida ajena, llena de lujos, tensiones y escenarios impresionantes. En ese contexto, la acción comienza, para tres parejas de desconocidos, en un cuarto oscuro de un local de Madrid donde el ritmo, como una música sincopada, conduce al lector por Londres, Moscú, Ámsterdam e Ibiza en un viaje donde nada es lo que parece.
Sinaloa está muy cerca… es un thriller en estado puro: tensión narrativa, giros inesperados y personajes secundarios capaces de alimentar un libro aplastante de principio a fin. Como una película de acción, la historia está compuesta por fragmentos sueltos que componen, en realidad, una metahistoria circular y brutal. Para seguir el pulso de ese ritmo, el lector deberá hacerse las siguientes preguntas: ¿qué pasaría si entraras a un cuarto oscuro donde puedes ser una persona sin prejuicios y dar rienda suelta a tus instintos más primitivos?, ¿y si, además, tuvieras, como ninguna otra noche, la experiencia más brutal que has sentido jamás?
Las preguntas tienen solo un ingrediente más para convertirse en realidad: imagina, además, que no es un sueño y que tampoco tienes salida.
Para amantes de la novela intrépida, Sinaloa está muy cerca… no decepciona y se lee con la misma sensación que se tiene al arrojarse de un tren en marcha. Bienvenidos a bordo los amantes del suspense.
